sábado, 8 de noviembre de 2008

Fiestas infantiles II

Para seguir, el desenvolvimiento de la fiesta. ¡Dioses, qué horror!
Debo de darle el crédito de la expresión a Chloe, quien a su vez
se lo debe a su maestra de griego

La mamá llega al colegio del niño y recoge a sus amigüitos de la escuela. Para este momento, ya está sonando el teléfono de la pobre madre 'Que ya llegaron los vecinos', 'que ya llegó su hermana con sus hijos' 'que ya llegó el payaso' y demás anunciaciones como esas.
Los (número) escuincles se suben a la mamá-van, en la cual no pasan ni 10 minutos, pero por supuesto que la destrozan: comida tirada por todos lados, asientos embarrados de lodo/papas/valentina/mocos, olor a niños que llevan 6 horas en la escuela, incluyendo los 30 minutos en los que jugaron futbol, etc. etc.
Por fin, y para la tranquilidad de la madre, se bajan del vehículo, pero únicamente para que la casa sufra el mismo destino que la mamá-van. Los niños corren descontroladamente por la casa, unos van al baño, los que se creen muy cercanos al festejado suben a su cuarto, otros van a la cocina a ver si encuentran algo con que entretener su hambre, etc. Mientras, la madre recibe a los invitados que llegaron 15 minutos antes que ella, le paga por adelantado al entretenimiento, da órdenes de que lleven la comida a la mesa, y después de numerosos intentos fallidos logra reunir a los chamacos en el comedor.
La comida empieza tranquilamente, pero no es así como acaba, pues en el transcurso ya hubo un niño al que no le gustan los hot dogs, ya hubo otro que tiró la catsup, otro que lloró porque le cayó la catsup que el anterior tiró, un cuarto que lloró porque vio al tercero llorando y es todo lo que necesita para que las lágrimas empiecen a correr por sus mejillas, etc.
'Vayan todos al jardín, los animadores les van a hacer unos juegos padrísimos, ¡todos al jardín!' vocifera la madre, y después de unos minutos de arduo trabajo adulto, los niños obedecen la orden.
Ya en el jardín y después del intento de creación de equipos que acabó en 'de aquí pa'allá son los amarillos, y de aquí pa'acá son los rojos', los animadores tratan de explicar las reglas del juego, pero obviamente ocupan más tiempo que aque en el que un escuincle de 6/7 años puede poner atención. Así empieza el desmadre. Nadie entendió nada, entonces cada quien hace lo que quiere, pero los animadores (que llevan 20 minutos en la fiesta y ya están vueltos locos) los regañan pues no están siguiendo las instrucciones. Los pobres niños tienen azúcar en su sangre, quieren correr, brincar, moverse pues y no entienden ni madres de qué es lo que se espera de ellos, además, están siendo regañados por gente vestida con camisetas ridículas de colores chillones.
Se intenta otra actividad -un rally- ¿qué podría salir mal? Pues... niños desperdigados en una privada llena de sobres con pistas, equipos deshechos y vueltos a formar, mocosos que se caen de a docenas y se creen perdidos en una privada de 6 metros de largo, por lo que quieren a su mamá.... Para explicarlo mejor: es el equivalente al momento de la peda en el que todo el mundo está malacopeando o cuidando a gente que está malacopeando, personas neteando, guasqueando, y demás actividades comunes de borrachos.
Una vez vencida esta tempestad, es hora del payaso. Esto tiene que salir bien. NOOOOOT. Yo no sé a quién se le ocurrió que un payaso puede ser chistoso, cuando es de las cosas que más pueden asustar a un niño: la peluca, la nariz, los zapatos, el maquillaje ¡ya, ya, por favor! Claro que por lo menos la cuarta parte de los invitados llora o se esconde atrás de otros para que el señor malo que los intenta hacer reír no los pase al frente.
El payaso acaba, y es un éxito para los últimos 5 invitados (sin incluir al festejado) que sobrevivieron la función.
¡El pastel! De chocolate, con relleno de chocolate, betún de chocolate y chispas de chocolate, sin dejar atrás la pasta de chocolate que forma el dibujo de Los Chicos del Barrio. Se divide en dos: una mitad acaba en los estómagos de niños que por supuesto ya no durmieron esa noche, y la otra en las paredes y el piso de la casa, la ropa de los escuincles, y demás lugares cuya limpieza representará un problema para alguien.
Ahora quedan niños con demasiado azúcar en el torrente sanguíneo, combinado con un sueño horroble... Mala combinación. Por suerte, el timbre empieza a sonar como loco: mamás felices de haberse deshecho de su hijo por una tarde llegan para encontrar a la madre del festejado despeinada, con la camisa y el suéter mal puestos y con sudor/chocolate/sustancias-no-identificadas en la cara.
'Mil gracias por prestarme a (nombre), fue un placer tenerlo en la fiesta. Aquí está su bolsa de dulces y su bolsa de regalos'.

1 comentario:

Pistorius dijo...

En realidad el crédito es a la maestra de griego de Chloe.