jueves, 13 de noviembre de 2008

Olores

Uno de mis olores favoritos es el de los libros viejos. Me encanta. Esconde muchas historias y no se parece a ningún otro. Lo malo es que también lo relaciono con los estornudos, pero vale la pena.
Claro que pocos olores se comparan a aquel de un buen platillo cuando tienes hambre. Es agridulce, porque tú quieres comer, pero sólo lo hueles, y es lo que más quieres, pero no lo tienes. De todas maneras es glorioso.
¿Y qué hay del olor "artificial"? El de las lociones y perfumes. Si es el adecuado es muy bueno, porque se mezcla con el olor de la persona, y se vuelve una característica más del sujeto, y por ende puede ser peligroso (los recuerdos muchas veces lo son).
El olor del café es delicioso, creo que me gusta más que el café mismo, porque además es fuerte, y cuando pienso en él lo puedo recordar, sentir. Es como el olor a dentista. Una vez estabamos haciendo una "meditación" en clase de música (sí, WTF!) y nos hicieron hacer el sonido que se produce cuando juntas los dientes de arriba con los de abajo y pronuncias la letra S. Total que a mí (subconcientemente) me recordó al aparatito del dentista, ese que produce el sonido antes mencionado (más que nada, ¿no?) y olí el consultorio. Estuvo padre, fue una de esas experiencias que no te esperas y que logran autosorprenderte.
¿Ya vieron lo raro que se ve la palabra 'olí' escrita?
También está el típico olor: el de las flores, pero no me parece que esté sobrestimado. ¿Se han tomado el tiempo para en serio oler una flor? Es muy rico: fresco y "completamente natural". Además hay flores que hacen que todo un espacio huela a ellas cuando entras, son poderosas.
Y el olor a coche nuevo. Es universal. Todos los coches nuevos tienen UN olor, y es padre en especial por lo que representan, pero también es un rico olor.
Ahhhh, el pasto mojado ¡glorioso! Personalmente me recuerda a Valle de Bravo, y siempre es bueno recordar Valle, pero esa es la cosa, creo que a todo el mundo nos hace recordar algo, me parece una característica peculiar y hace que me guste más.
El mundo está repleto de olores. A mí muchas veces se me olvida este sentido: el del olfato. Pero creo que quienes no pueden oler se pierden un aspecto importante del mundo, me imagino que su percepción es muy diferente a la mía. (Alguna vez me dijeron que muchos de quienes no tienen olfato se vuelven locos. Por supuesto que me lo creí, pero ahora me suena ridículo. ¿Será cierto?) Me parece que todos los asquerosos olores son compensados por los maravillosos, algunos de los cuales están descritos arriba, claro que sólo soy yo.

3 comentarios:

uh uh uh dijo...

Tu escrito huele muy bien.

El olfato domina el sentido del gusto, así que para quienes no tienen olfato, todo sabe igual.

Dime si no es como para volverse loco.

beco dijo...

No hay como el olor a libro viejo. En la cuauhtémoc (y colonias adyacentes) hay un sinfín de librerías de viejo, a veces me metía sin traer un sólo baro en la bolsa para sólo hojear y oler, increíble. O visitar la ciudadela en sábado comprando libros viejos sin gran valor aparente por 5 pesos (así conseguí la primera edición nacional de algún buen libro como rayuela) que son de mis actuales tesoros. O cómo olvidar el olor (y todos lo recuerdos que evoca) la biblioteca de H.20, no?

Pau dijo...

Definitivamente. Prometo seguir tu tradición (que no he experimentado) si tú prometes ir a la terraza del MNAC. ¿Trato?