sábado, 18 de abril de 2009

Malditas matemáticas

La cosa es que somos dos. Dos tristezas, dos alegrías, uno y uno; pero dos. Inevitablemente dos. Y cuando son dos, la confusión se multiplica (por más de dos) porque la comprensión total del otro es imposible.

No es que la esperanza se anule, no es que no haya dos alegrías, pero (malditas matemáticas) uno más uno no es uno.

Me gustaría poder compartir enteramente lo que sea, me conformo con siquiera un segundo en tu cabeza, ahí los dos. Pero no. Y no es tan triste como está escrito, y no me siento mal. Sólo me gustaría, pero mejor no malgastar el tiempo en eso y tratar de descifrar mi uno del dos.